En Italia, las arcas de la mafia ingresan cada año, sólo en el capítulo de -peleas de perros-, alrededor de 750 millones de euros; es decir, casi 125.000 millones de pesetas. Son cifras del informe -Zoomafia -, que presentó el paso año la Liga Protectora de Animales del país europeo.
HAGAN JUEGO SEÑORES
En Italia, las arcas de la mafia ingresan cada año, sólo en el capítulo de -peleas de perros-, alrededor de 750 millones de euros; es decir, casi 125.000 millones de pesetas. Son cifras del informe -Zoomafia 2001-, que presentó el paso año la Liga Protectora de Animales del país vecino.
En España, por lo menos de momento, ese cálculo sería imposible de realizar. Porque, como explica el comandante Pírriz, de Seprona, -aquí las peleas de perros no son delito, sino falta, de forma que aunque sepamos a ciencia cierta dónde se está celebrando una velada, el juez nunca nos daría la orden necesaria para entrar-. Ni podríamos detener a nadie, a no ser que en el mismo lugar se están cometiendo otro tipo de actividades delictivas.
Es lo que ocurrió en Valencia en diciembre de 1998, cuando la Policía desmanteló una red de traficantes de droga. A los -narcos- se les invertinieron armas, droga (cocaína y heroína), coches de lujo y millones de pesetas en metálico. Pero también fueron incautados en los distintos inmuebles propiedad de la organización, un gran número de gallos y perros de pelea, que la misma red usaba para organizar apuestas ilegales.
Dos meses después, y después de una ola de ataques, algunos mortales, protagonizados por razas de presa, el PP hablaba en el Senado de -auge de las ilegales peleas de perros-. El Grupo Parlamentario Popular presentaba entonces una moción para regular la cría y tenencia de estas razas. A día de hoy, tres años después y con una normativa recién estrenada sobre perros peligrosos, las peleas siguen siendo falta y no delito.
Las asociaciones protectoras de animales venían denunciando ya por aquel entonces el aumento de robos de perros de presa para ser utilizados en peleas, pero en los últimos meses estas denuncias se han disparado. Las Protectoras aseguran que, por las razas de los perros sustraídos, es más que evidente que van a ser utilizados en peleas, o como -sparring- de los de combate. Y están convencidos de que hay un resurgimiento del brutal negocio, que algunos atribuyen a la entrada en España de nuevas mafias del Este y Suramérica, áreas donde abundan las peleas de animales a muerte.
Las últimas denuncias se han presentado en Madrid, donde Amnistía Animal denunció hace pocos días, el continuo robo de perros de presa que se está produciendo todas las noches en las perreras municipales, y en Cataluña, donde según distintas asociaciones está sucediendo exactamente lo mismo. -Cada vez nos llegan más noticias, desde distintos puntos de España, sobre sucesos que tienen que ver directa o indirectamente con estas peleas, como el robo de perros de albergues y refugios e incluso de particulares-, asegura el director de la Fundación Altarriba, con sede central en Barcelona, Luis Luque
Sólo una multa
Esta organización presentó el mes pasado ante el Congreso casi 600.000 firmas de apoyo a una propuesta de ley para que el maltrato a los animales, del que las peleas se considera muy grave, se incluya como delito en el Código Penal, y conlleve por tanto penas de cárcel. Ahora, si los organizadores de una pelea a muerte son pillados -in fraganti-, el único castigo que pueden recibir es una multa por maltrato de animales, que oscilan según las leyes de cada Comunidad Autónoma, entre un máximo de tres millones de pesetas y el mínimo de 5.000.
Una de las pocas veces que un juez ha enviado a la cárcel a alguien en relación con las peleas de perros fue en 1998, cuando un magistrado de Sabadell condenó a un individuo a dos años de cárcel, pero por el delito de robo de uno de los canes que luego utilizaba en los combates clandestinos, no por organizar el -espectáculo-.
El comandante Pírriz no cree que haya aumentado el número de peleas en nuestro país -aunque por supuesto que, como las meigas, -haberlas hay las-, pero reconoce que tampoco podría asegurarlo con total seguridad, debido por una parte, a la citada dificultad para perseguirlas y por tanto para obtener información y disponer de datos fidedignos, y por otra, al tremendo secretismo que rodea este mundo. Los únicos datos orientativos de que disponen se basan en las denuncias al respeto que recibe el Seprona y que en los últimos tiempos proceden, sobre todo, de Murcia, Cantabria, Asturias, Canarias, Andalucía, País Vasco y Cataluña.
Pero las herramientas legales, insiste el comandante, son claramente insuficientes para acabar con este -negocio-, que las Fuerzas de Seguridad, no obstante, no dejan de investigar. -Se trata de círculos muy cerrados, explica el comandante de la Guardia Civil, que ya se conocen bien entre ellos, y tienen sus propias clavas para comunicarse el día, hora y lugar del combate-.
Mensajes en clave
-Suelen utilizar mensajes cifrados en los anuncios de los periódicos, aunque con la llegada de las nuevas tecnologías, con internet y los teléfonos móviles, aún les resulta más fácil permanecer ocultos-. -Además -añade-, a la más mínima sospecha que la celebración del evento has trascendido, se suspende en el último minuto-.
La variedad dentro del negocio de las peleas de perros es enorme y las apuestas son muy diferentes dependiendo del tipo de lucha, la organización de la misma y la raza y -fama- de los perros que combaten.
-Las hay que se montan en entornos marginales, en mitad del campo, con perros de cualquier raza, y las apuesta puede ser de unas 5.000 pesetas-, explica Píriz. -Las otras son combates muy organizados. Suelen celebrarse en el Norte, en Cantabria... Acude gente con poder adquisitivo y se juega mucho dinero. No quiere decir que siempre se apuesten millones, espero algunos sí se llega a esas cifras-.
El adiestramiento de un perro de pelea es lo más parecido a una interminable tortura, y su vida es muy corta. Hasta el mejor -campeón- no suele durar más de cuatro o cinco combates; el máximo son diez. De forma, que ganen o pierdan, están condenados a una muerte casi segura. -Los perros de pelea que nos llegan -o que recogemos, porque cuando ya no sirven los abandonan en cualquier parte- vienen con unas heridas tremendas, sobre todo en el cuello y las patas, y es difícil que sobrevivan-, se lamenta el director de la Fundación Altarriba.
Torturados hasta la locura
El entrenamiento tienen dos parte: una -psicológica-, que consiste en enloquecer el perro hasta convertido en una máquina de matar, y otra física.
En cuanto a la primera, para empezar, se les maltrata físicamente, en todo momento, a golpes, pinchazos y arañazos, y se les encierra durante horas en pequeños cubículos oscuros, para que odien todo lo les rodea. La droga es también uno de los instrumentos habituales de adiestramiento: primero les -enganchan- y luego se la quitan, con lo que la furia del perro alcanza niveles de locura.
Otro -ejercicio-, consiste en enfrentarlos a animales más pequeños que ellos, o bien de igual tamaño, pero que no están adiestrados, para -fomentar su autoestima-.
Sparring, destino mortal
Éste es, en general, el destino de los perros de presa que se roban en albergues, perreras y refugios. Según los útlimos datos al respecto de la Guardia Civil, que corresponden a los años 97 y 98, unos 400 de los 2.500 o 3.000 canes que son sustraídos anualmente se destinan a -sparring- de los de pelea. La mayoría de ellos mueren durante los combates de entrenamiento, o poco después, a causa de las heridas.
En cuanto a la parte física, los entrenamientos no son menos salvajes: les atan a coches que alcanzan grandes velocidades; fortalecen su dentadura colgándoles de gomas de ruedas de coches, que el animal no suelta, y les dejan así durante horas; los colocan en una especie de noria, en la que tienen que perseguir a un perro o cualquier otro animal vivo, al que naturalmente nunca pueden alcanzar.....
Los clientes de las grandes organizaciones criminales que se dedican también a las peleas caninas suelen desplazarse, en algunos casos, no sólo a otras provincias, sino que llegan a viajar a disntintos países para no perderse una -gran velada-.
Por eso, la preocupación ante este espectáculo de sangre y muerte no es exclusiva de España. En otros estados de la UE, como Francia y Alemania, la cuestión ha llegado a sus respectivos Parlamentos.
Psicópatas y -machos-
Pero ¿cuál es el perfil de un sujeto al que le divierte contemplar un espectáculo en el que dos seres vivos se despedazan antes sus ojos? Según los informes psicológicos de que disponen algunas protectoras de animales, se trata, en general, de individuos con transtornos de personalidad de distintos tipos, desde psicópaticos muy agresivos a personas con graves complejos de inferioridad.
Un estudio de la Universidad de Harvard, realizado en los estados sureños de EE.UU, donde las peleas de perros son abundante y en algunos casos -tradicionales-, concluyó que los hombres -espectadores casi exclusivos de estas luchas a muerte, donde es inaudito encontrarse a una fémina- asisten para -reforzar su masculinidad-. Según el informe, los espectadores del sangriento -deporte- (como lo califican sus aficionados) sienten su ego -inflado- con las características de los canes, que se atribuyen a sí mismos: -Agresividad, competitividad y fuerza-.
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